No fue una pelea cualquiera. En agosto de 2023, en un estadio de Breslavia abarrotado, Oleksandr Usyk y Daniel Dubois se midieron por el título mundial de los pesos pesados. El ucraniano defendía su corona con el aura invicta de un artista del ring. El británico llegaba con potencia y hambre de consagración. Lo que nadie esperaba es que todo se redujera a un solo golpe. Uno que aún hoy se discute.

Corría el quinto asalto cuando Dubois conectó un recto al cuerpo de Usyk. El campeón cayó al suelo. Dolorido. Retorcido. El árbitro intervino de inmediato: golpe bajo. Usyk recibió más de tres minutos para recuperarse. Pero el gesto del ucraniano y la ubicación del puño en el límite del abdomen generaron dudas. ¿Fue realmente un golpe ilegal?

Desde entonces, Dubois y su equipo sostienen lo contrario. El entrenador de Daniel, Don Charles, fue claro tras la pelea: “Fue legal. Lo vimos una y otra vez. No era bajo. Era un golpe al cuerpo. Usyk no pudo soportarlo”. Esa narrativa fue creciendo. Alimentó titulares, debates, controversias. Incluso algunos exboxeadores y analistas dieron la razón al británico. El cinturón —dicen— cambió de manos sin que nadie lo notara.

Usyk, por su parte, respondió con boxeo. Se repuso y terminó noqueando a Dubois en el noveno asalto. Su dominio en los últimos rounds dejó claro que seguía siendo uno de los pesos pesados más técnicos y completos del mundo. Pero la sombra de aquella escena en el quinto round siguió flotando. Nunca se fue. Porque un golpe puede doler. Pero una duda duele más.

Ahora, casi dos años después y con Usyk siendo el mejor peso pesado, el duelo tiene segunda parte. Wembley será el escenario este sábado 19 de julio. Una revancha con aire de ajuste de cuentas. No solo por los títulos en juego. Sino por la necesidad de limpiar una historia escrita con ambigüedad. Dubois llega con más experiencia. Con más músculo. Con un discurso único: demostrar que ese día tenía razón. Usyk, invicto, firme, quiere que no haya más discusiones. Que esta vez el boxeo hable claro.

La imagen de aquel puño al abdomen es ahora cartel promocional. El golpe bajo como símbolo. Como pregunta sin respuesta. Como motivo para volver a pelear.

Porque el boxeo tiene memoria. Y cuando una historia queda incompleta, el ring exige un segundo capítulo. Usyk y Dubois vuelven a verse las caras. Pero esta vez, la verdad no puede caer al borde de la cintura. Tiene que quedar clara. Nítida. Definitiva.

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