El boxeo europeo vivirá un regreso especial el próximo 5 de septiembre en Dublín, cuando Michael Conlan suba al ring del 3Arena para medirse al inglés Jack Bateson. Sin embargo, más allá de la expectativa deportiva, el irlandés ha encendido las alarmas con unas declaraciones contundentes sobre el uso de sustancias prohibidas en el boxeo profesional.

Conlan, olímpico en dos ocasiones y con una carrera profesional que abarca 22 combates, reveló que su última victoria, un triunfo en ocho asaltos ante Asad Asif Khan, fue el único combate en el que no se realizaron controles antidopaje. Esa situación le ha llevado a reflexionar sobre lo que ocurre en la trastienda del deporte.

“Bar mi última pelea, me han testeado en casi todas”, explicó el púgil de 33 años. “Pero eso es solo en los combates, no durante los campos de entrenamiento. Cuando hablas de dopaje en competición, se refieren a la noche del combate. Si alguien utiliza sustancias en la preparación y para la pelea ya las ha eliminado de su cuerpo, en el papel aparece limpio. Nadie se preocupa de lo que ocurre antes. Esa es la realidad: nadie se preocupa por ti, salvo tú mismo, tu familia y, si tienes suerte, tu entrenador”, aseguró.

El irlandés insistió en que el problema es mucho más grande de lo que se reconoce públicamente. “¿Es masivo el uso de PEDs en el boxeo? Sí, creo que es masivo”, sentenció. Para Conlan, países como Estados Unidos o Rusia llevan ventaja en este terreno, y el Reino Unido estaría siguiendo el mismo camino.

El boxeador bilbaíno por adopción deportiva, que ha trabajado con entrenadores de prestigio como Adam Booth, Pedro Díaz y actualmente Grant Smith, dejó claro que nunca consideraría recurrir a sustancias prohibidas. “Siempre dije que jamás lo haría, porque al final de mi carrera quiero mirarme al espejo y saber que lo logré limpio, a mi manera. Otros pensarán diferente: ‘gané, todos lo hacían’. Pero yo no quiero eso”, afirmó.

Sus palabras también pusieron en duda la efectividad de los sistemas actuales de control. Conlan recordó que incluso agencias como la VADA suelen tener una ventana de cinco semanas para realizar los controles, lo que permite que determinadas sustancias desaparezcan antes de la pelea. “Aunque te sometan a pruebas, hay tiempo suficiente para ciclarse y llegar al combate limpio sobre el papel”, advirtió.

Más allá de la denuncia, Conlan vive un momento clave en su carrera. Tras las derrotas ante Luis Alberto López en mayo de 2023 y Jordan Gill a finales de ese mismo año, muchos pensaron que era el final de su camino. Él mismo llegó a anunciar su retirada tras perder con López, aunque más tarde reconoció que había hablado en caliente. “Después de Gill no dije nada, porque sabía que necesitaba tiempo para pensar. Tenía muchas cosas en la cabeza, había cambiado de entrenador y apenas hice seis semanas de preparación. No era yo en el ring”, explicó.

Conlan se tomó un año sin pelear y ahora regresa con la convicción de que todavía tiene cosas por demostrar. El duelo ante Bateson es una nueva oportunidad, aunque con un riesgo evidente: una nueva derrota acercaría definitivamente la sombra del retiro. Para Bateson, que llega desde Leeds y tiene menos presión, la pelea es una oportunidad de oro para ganar protagonismo en territorio hostil.

El 3Arena de Dublín será el escenario donde se escriba un nuevo capítulo en la historia de Michael Conlan. Sus declaraciones han reabierto el debate sobre el dopaje en el boxeo, pero sobre todo han puesto en evidencia que el irlandés sigue dispuesto a pelear dentro y fuera del ring. El combate con Bateson puede ser decisivo no solo para su futuro deportivo, sino también para su legado en el boxeo europeo.

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