La fiesta en Los Mochis tuvo un segundo acto inesperado. Después de doce asaltos de guerra entre Eduardo “Sugar” Núñez y Christopher Díaz, Eddie Hearn levantó la temperatura invitando a Emanuel “Vaquero” Navarrete al ring. El campeón de la WBO aceptó la invitación, estrechó la mano de Núñez y ambos regalaron una imagen de respeto que puede ser el inicio de algo más grande.

El público respondió con gritos y aplausos al ver juntos a los dos campeones mexicanos. No hubo provocaciones ni tensión, solo la certeza de que los dos estarían encantados de medirse en un combate de unificación. “Me gustaría mucho esa pelea”, dijo Navarrete. Núñez sonrió y asintió: “Para mí sería un honor”.

La escena tuvo un aire simbólico. Dos boxeadores que representan distintas trayectorias y estilos, frente a frente, en un momento en que el boxeo mexicano reclama grandes noches. Navarrete llega con 39 victorias y solo dos derrotas, consolidado como figura internacional. Núñez, con 29 triunfos y 27 nocauts, es un campeón que ha forjado su nombre a base de volumen y presión.

Antes de que pueda darse ese combate, Navarrete debe cumplir con la revancha ante Charly Suárez, ordenada por la WBO. La controversia de su pelea en mayo, detenida por un corte sobre el ojo izquierdo, dejó abierta una página que necesita cerrarse. Si logra superar ese obstáculo, el escenario para una unificación en México estaría servido.

La defensa de Núñez frente a Díaz mostró un lado humano del campeón de Los Mochis. Ganó con claridad en las tarjetas, pero sufrió momentos de peligro y tuvo que emplearse a fondo para superar al puertorriqueño. Esa vulnerabilidad, lejos de restarle interés, añade un matiz atractivo a un eventual duelo contra Navarrete.

Eddie Hearn sabe leer la ocasión. La fotografía de ambos campeones en el ring es un primer capítulo que puede convertirse en un evento histórico. Una unificación entre mexicanos en el peso superpluma no solo sería un choque deportivo de alto nivel, sino también un acontecimiento cultural para el boxeo de nuestro país.

La noche terminó con respeto y con promesas. No hubo cinturones en disputa en ese instante, pero sí un compromiso tácito: si las circunstancias lo permiten, Núñez y Navarrete se verán las caras. Y cuando eso ocurra, México volverá a tener una de esas noches que se recuerdan por generaciones.

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