El éxito de UFC 319 en Chicago, con más de 20.000 aficionados y una recaudación que superó los 11 millones de dólares, dejó claro que la liga más importante de artes marciales mixtas puede convertir cualquier ciudad en un imán para la atención mundial. Sin embargo, un lleno histórico no basta para asegurar que el octágono regrese. La verdadera clave está en el dinero.

Mark Shapiro, presidente y director de operaciones de TKO Group Holdings —compañía matriz de UFC— lo explicó con franqueza en la conferencia Goldman-Sachs Communicopia and Technology: “Lo más importante es el efectivo. El efectivo manda”. Detrás de esa frase se esconde una política que está redefiniendo la forma en la que UFC elige sus destinos.

Site fee: la tarifa de entrada al espectáculo

El concepto central es la site fee, una cantidad que las ciudades, estados o gobiernos locales pagan para atraer un evento de gran magnitud. No es una práctica nueva en el deporte, pero en UFC se ha convertido en el factor decisivo. Según Shapiro, para 2026 hay trece eventos numerados de pago por visión y treinta UFC Fight Night listos para adjudicarse, y cada sede deberá competir económicamente para conseguirlos.

“Si tenemos a St. Louis frente a Des Moines y ambos llenan sus arenas, solo volveremos al que pague por nuestro regreso”, explicó. Es una carrera donde no gana el que más aficionados congregue, sino el que muestre mayor capacidad de inversión.

Competencia feroz dentro y fuera de Estados Unidos

Chicago quiere repetir la experiencia de UFC 319 en 2026, pero no es la única. Ciudades como Atlanta, Charlotte y Detroit ya han mostrado su interés. La lógica es sencilla: una velada de UFC genera un impacto económico inmediato en hoteles, restaurantes y comercio local, además de una proyección mediática que ninguna campaña publicitaria puede igualar.

La puja se extiende a nivel internacional. UFC mantiene un acuerdo sólido con Abu Dabi y busca consolidar su presencia en Arabia Saudí, donde ya celebró una primera velada en 2024. “Estamos en negociaciones para organizar una segunda cita en Arabia. Será una gran oportunidad financiera para todos”, adelantó Shapiro. Cada nueva ciudad que se sume a la lista de aspirantes eleva el precio de entrada al espectáculo.

Un modelo similar a la Fórmula 1

La estrategia de UFC se asemeja a la de la Fórmula 1, donde los gobiernos pagan sumas millonarias para asegurar una carrera. El objetivo es idéntico: un retorno en forma de turismo, notoriedad internacional y un lugar fijo en el calendario global. En este modelo, la tradición pesa menos que la capacidad de inversión.

Esto explica por qué una ciudad que hace historia con una taquilla récord, como Chicago, no tiene garantizado un nuevo evento. Para Shapiro, la ecuación es simple: “Queremos maximizar las oportunidades, pero lo más importante es el efectivo”.

El espectáculo viaja con quien más puja

El mensaje es claro. No importa cuán vibrante sea la afición o cuántas leyendas hayan pasado por un pabellón: si una ciudad quiere el octágono, debe respaldar su deseo con cifras contundentes. Esa es la razón por la que mercados emergentes con fuerte respaldo económico, como los países del Golfo, compiten de igual a igual con grandes capitales históricas.

UFC se ha convertido en un producto global que cada año reparte su calendario a quienes estén dispuestos a “romper la banca”. Para los aficionados, esto significa que el próximo gran evento puede llegar a cualquier parte del mundo. Para las ciudades, supone que la emoción del octágono se mide en millones.

Chicago, a pesar de su noche récord en UFC 319, tendrá que abrir la cartera si quiere volver a ver el octágono. Así funciona el negocio de la compañía que hoy marca el ritmo de las artes marciales mixtas: allí donde haya la mejor oferta, allí aterrizará la UFC.

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