Cory Sandhagen afronta el mayor reto de su carrera con una sonrisa. El estadounidense retará a Merab Dvalishvili por el título del peso gallo en la coestelar de UFC 320, este sábado en el T-Mobile Arena de Las Vegas, y lo hace jugando con la narrativa que le coloca como claro no favorito.

Dvalishvili encadena 13 victorias consecutivas, incluida la que le dio el cinturón en UFC 306 ante Sean O’Malley en septiembre de 2024, y ya acumula dos defensas exitosas en 2025. Su historial impresiona: ha vencido a figuras como Petr Yan y Umar Nurmagomedov, precisamente los dos últimos rivales que derrotaron a Sandhagen.

Lejos de intimidarse, el aspirante ha optado por reírse de las estadísticas. Sandhagen ha publicado en redes una serie de skits cómicos en los que interpreta a un supuesto fan que enumera todos los motivos por los que debería perder. “Siempre he tenido un humor raro y seco”, explicó en una entrevista. “Por eso decidí hacer mi propia versión de ser gracioso. O la gente lo entiende o no, pero a mí me divierte y eso es lo que importa”.

El propio Sandhagen reconoce que, aunque las críticas abundan en internet, prefiere centrarse en el lado divertido. “No leo la mayoría de los comentarios. A veces me escapo y miro algo, pero no me afecta. Si alguien escribe cosas feas en la red, probablemente es un perdedor gigante y seguro se parece a ese personaje que interpreto”.

El estadounidense llevaba tiempo reclamando este duelo. Mientras otros competidores evitaban enfrentarse a Dvalishvili, él lo pidió en repetidas ocasiones. “Merab ha ganado a rivales que yo no he podido, así que es normal que sea favorito. Pero eso no cambia mis ganas de pelear con él”, afirmó.

Con un estilo técnico y creativo, Sandhagen llega dispuesto a arruinar la racha del campeón. Más allá de las bromas y los personajes, asegura que respeta la pasión de la afición. “Hay gente rara y mala en internet, pero también hay fans entregados y sin ellos no existiría este deporte. Aprecio el equilibrio”, señaló.

La cita en Las Vegas pondrá frente a frente la solidez inagotable de Dvalishvili y la precisión elegante de Sandhagen. Entre humor y autocrítica, el retador busca sorprender a todos y, quizá, demostrar que las risas también pueden abrir la puerta a un cinturón de campeón.

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