Conor McGregor nunca estuvo lejos del foco, aunque su ausencia del octágono ya dura más de cuatro años. El excampeón de peso pluma y ligero de la UFC tiene marcada la fecha de su retorno: 2026, en un evento único en la historia, con la Casa Blanca como escenario.

La pelea que le espera también parece definida. Michael Chandler, su rival pendiente desde 2024, es el nombre que aparece en todas las quinielas. Para McGregor, el plan es claro: una “operación de seis meses” para llegar en plena forma y sin distracciones.

“Habrá un periodo de aislamiento. El teléfono estará apagado. Todo mi entorno sabe lo que toca. Seis meses de trabajo duro para preparar mi regreso”, confesó durante la previa de BKFC 82, compañía en la que ejerce de promotor y co-propietario.

El irlandés llega a este punto después de una sucesión de infortunios. En 2021, la fractura de tibia ante Dustin Poirier dejó su carrera en pausa. Cuando parecía listo para volver en 2024 contra Chandler, una lesión en el dedo del pie frustró su regreso.

Mientras tanto, McGregor se volcó en los negocios. Su inversión en BKFC marcó un paso más en su faceta empresarial, pero la atracción por la jaula sigue intacta. “Estoy ansioso por corregir lo que pasó y mostrar quién soy realmente”, asegura.

Su contrato con UFC aún contempla dos combates, aunque el interés por probarse en el bare-knuckle siempre está sobre la mesa. McGregor no descarta nada a futuro, pero matiza: “El tema del bare-knuckle no se ha tratado todavía. Hubo ofertas de exhibición en boxeo, pero no llegaron a cerrarse”.

El regreso también coincidirá con un cambio radical en el modelo de negocio de UFC. A partir de 2026, Paramount tomará los derechos con un acuerdo multimillonario. Los eventos numerados dejarán de ser de pago por visión para integrarse en la plataforma de streaming.

Para McGregor, que rompió récords como la mayor atracción de PPV en la historia de la compañía, supone entrar en terreno desconocido. “El modelo de PPV se terminó. Ahora toca algo nuevo y veremos cómo funciona”, declaró.

Su mirada, sin embargo, no se aleja del bare-knuckle. Este sábado, en BKFC 82, Mike Perry y Jeremy Stephens protagonizan un combate que observa con atención. “Estaré allí como promotor, como dueño y como competidor. Me gusta el bare-knuckle, me favorece, y puede que algún día dé el paso”.

El futuro inmediato está claro: UFC White House 2026. El más grande nombre de la era moderna prepara su regreso como si de una misión se tratara. Seis meses de aislamiento, concentración absoluta y una idea fija: volver a ser protagonista donde empezó todo.

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