El Rogers Arena de Vancouver se prepara para una noche de alto voltaje. Este sábado, Reinier de Ridder y Brendan Allen protagonizarán una batalla que puede reordenar el tablero del peso medio. No es una pelea más: para el neerlandés, puede significar el paso definitivo hacia la disputa por el título; para el estadounidense, la oportunidad de reivindicar su nombre tras meses de altibajos.
De Ridder llega con una hoja impecable en la UFC. Cuatro victorias consecutivas, la más reciente ante el excampeón Robert Whittaker, lo han colocado entre los nombres que más fuerte suenan para una oportunidad titular. Su estilo metódico, su dominio en el suelo y una confianza creciente lo convierten en uno de los peleadores más consistentes del momento. “Allen es bueno en el boxeo y en el control desde arriba, pero tengo algo especial para mostrarle el sábado”, anticipó el neerlandés. “Si consigo finalizarlo, nadie podrá negar que merezco el título”.
Enfrente, Brendan Allen aterriza en Vancouver como sustituto de Anthony Hernández, pero con el deseo de demostrar que aún pertenece a la élite. Su triunfo reciente ante Marvin Vettori le devolvió la confianza tras las derrotas sufridas ante Hernández e Imavov, dos de los hombres más duros del top 10. “No me impresiona De Ridder. Es fuerte, pero no tiene nada fuera de lo común. Creo que es un gran combate para mí y el tipo de oportunidad que puede devolverme al Top 5”, declaró.
El duelo tiene tintes de estrategia. De Ridder buscará llevar la pelea al suelo, donde ha sometido a la mayoría de sus rivales. Allen, más explosivo y peligroso en el striking, tratará de mantener la distancia y castigar con su boxeo. El neerlandés es favorito, pero el estadounidense ha demostrado que su ritmo alto y su resistencia pueden complicar a cualquiera.
El resultado puede alterar el panorama del peso medio. Si De Ridder gana, se colocará en la misma conversación que Nassourdine Imavov y Anthony Hernández, los nombres que dominan el debate por el título. Si Allen logra la sorpresa, su regreso al primer plano estaría asegurado.
La UFC vuelve a Canadá con un combate de matices: técnica contra corazón, control contra impulso. Dos estilos, dos caminos que se cruzan en Vancouver con un mismo destino en juego: la puerta al campeonato mundial.
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