En la víspera de UFC 321, Umar Nurmagomedov no pidió un favor. Pidió una oportunidad. Frente a Dana White y los medios, el ruso fue directo: “¿Podría mi pelea con Mario Bautista ser eliminatoria por el título?”. La respuesta del presidente fue igual de clara: “Haz que todos lo crean el sábado”.
El mensaje fue un reto. No solo para Nurmagomedov, sino para cualquiera que aspire a tocar el cinturón del peso gallo.
Nurmagomedov comenzó su carrera en la UFC como una máquina imparable. Seis victorias seguidas, récord invicto de 18-0 y una victoria clave sobre Cory Sandhagen que le abrió las puertas del título. Pero en UFC 311, Merab Dvalishvili lo frenó con una decisión unánime tan clara como dolorosa.
Desde entonces, el georgiano ha defendido con éxito el cinturón dos veces más y peleará con Petr Yan en diciembre. Mientras tanto, Umar ha esperado en silencio, entrenando, sin perder la ambición. “Hablar de este tipo todo el tiempo es aburrido. Yo quiero hablar del cinturón”, dijo con cierta resignación.
El rival que nadie debe subestimar
Enfrente estará Mario Bautista, un luchador que ha ganado ocho combates consecutivos y que ha demostrado que puede con rivales más grandes y experimentados. Superó a José Aldo y a Patchy Mix en las tarjetas, y llega a Abu Dabi con la confianza intacta.
No será una noche fácil. White no dio una fórmula mágica, pero sí una pista: el espectáculo. Umar sabe que volver a ser finalizador lo acercará de nuevo al cinturón. Sus tres primeras victorias en la UFC llegaron por nocaut o sumisión, pero no acaba una pelea desde enero de 2023.
El apellido Nurmagomedov sigue siendo sinónimo de excelencia en la jaula, pero Umar ha aprendido que en la UFC nada se regala. La derrota ante Dvalishvili lo humanizó, y el tiempo fuera del foco lo hizo más paciente. “Solo necesito mostrar mi mejor rendimiento. Si llega la finalización, bien. Pero mostraré mis habilidades en todos los terrenos”, afirmó.
En Abu Dabi, el escenario que tantas veces vio brillar a su primo Khabib, Umar buscará su propio renacer. No solo quiere ganar, quiere hacerlo de una forma que no deje dudas.
“Trato hecho”, dijo Dana White. Esa frase resonó más que una promesa: fue un desafío. El sábado, Umar Nurmagomedov tendrá que convencer al mundo de que sigue siendo el hombre destinado a reinar. Y si lo consigue, el trono de Merab Dvalishvili podría tambalearse una vez más.
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