Fabio Wardley volvió a desafiar las probabilidades. En Londres, ante un O2 Arena encendido, el boxeador de Ipswich transformó la adversidad en gloria al noquear a Joseph Parker en el undécimo asalto y ganarse el derecho a pelear por el título mundial indiscutido frente a Oleksandr Usyk.

El público lo empujaba desde el primer minuto. Parker, más pesado y experimentado, controló los asaltos iniciales. Su izquierda castigó el rostro de Wardley, abriéndole la nariz y dejándolo tambaleante antes del primer descanso. La escena recordaba viejas batallas donde la sangre y el corazón marcaban la diferencia.

Pero Wardley, fiel a su estilo, nunca retrocede. En el segundo asalto lanzó una derecha que cambió el curso del combate. Parker, herido, buscó aire. El árbitro intervino por la pérdida del protector bucal y le dio segundos vitales, pero la amenaza británica ya estaba desatada.

El ex campeón mundial retomó el control a partir del cuarto asalto. Más preciso, con la confianza recuperada, volvió a castigar al inglés con combinaciones que hicieron pensar en una noche larga. Sin embargo, Wardley tiene algo que no se entrena: la convicción de quien ya ha sobrevivido al límite.

El combate fue una montaña rusa. El público, consciente de que cada intercambio podía decidirlo todo, contenía la respiración. En el octavo, Parker parecía alejarse en las tarjetas, apoyado en su mejor ritmo. Pero Wardley, otra vez, resistió el vendaval con una mirada fija en su destino.

El décimo asalto fue el resumen de su carrera: caos, peligro y redención. Parker estuvo a punto de cerrar la pelea, pero Wardley resistió y devolvió el fuego con un uppercut que heló la grada. Era el aviso de lo que estaba por venir.

Y llegó. En el undécimo, el británico soltó su derecha con la fuerza de la fe. Parker quedó inmóvil, acorralado, mientras el árbitro detenía el castigo. El reloj marcaba 1:54 del asalto once. Wardley levantaba los brazos entre lágrimas y rugidos. “Solo tengo una cosa que decir: ¡Uuuusyk!”, gritó al micrófono, sabiendo que su nombre ya formaba parte de la historia.

Frank Warren, su promotor, lo confirmó: “Usyk ha dicho que no dejará vacantes los cinturones. Su próxima pelea será contra Fabio Wardley, por los cuatro títulos mundiales. Es lo que se ha ganado”.

De amateur tardío a campeón nacional, de obrero del boxeo a figura en ascenso, Wardley personifica una nueva era en el peso pesado británico. Determinación, instinto y corazón. Tres palabras que resumen una noche donde el sueño tomó forma entre golpes, sangre y una ovación que promete no olvidarse.

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