No lo promocionan como una superestrella. No llena estadios con una sonrisa. No provoca guerras de palabras. Pero Alexandre Pantoja es uno de los campeones más peligrosos que tiene UFC.
Este sábado, en UFC 317, defenderá el cinturón del peso mosca ante Kai Kara-France, el contendiente número cuatro del ranking. Será su cuarta defensa consecutiva. Y su octava victoria seguida si lo logra. Pero Pantoja nunca llegó por la vía fácil.
Nació en Arraial do Cabo, Brasil. Antes de ser luchador, fue camarero, albañil y trabajador en barcos turísticos. Cualquier oficio que le acercara a su verdadero objetivo: pelear para vivir. Empezó en el jiu-jitsu. Después, en el Muay Thai. Pronto entendió que lo suyo era el MMA completo.
Pelea desde 2007. Fue campeón en Shooto Sudamérica, en RFA, y sobrevivió a The Ultimate Fighter 24, donde ya demostró lo que traía entre manos. En ese reality venció a Brandon Moreno y a Kai Kara-France, dos de los nombres que luego serían sus grandes rivales en UFC.
Hoy, con un récord de 29 victorias y 5 derrotas, es campeón mundial del peso mosca y top 10 libra por libra en la clasificación oficial de UFC. Tiene 11 victorias por sumisión y ocho por nocaut. Es explosivo. Tiene mandíbula. Y sabe cerrar cuando ve una abertura.
Desde su coronación ante Brandon Moreno en UFC 290, no ha hecho más que demostrar que su reinado no es circunstancial. Ganó por decisión a Royval, después a Steve Erceg, y recientemente sometió a Kai Asakura. Todos con una convicción que no necesita altavoz.
En frente tendrá a Kai Kara-France, neozelandés con manos pesadas. Acumula 13 victorias en el primer asalto, y ha derrotado a nombres importantes como Askar Askarov, Cody Garbrandt y también a Erceg. No pelea desde hace tiempo, pero no viene solo a participar.
Pantoja no se intimida. Dice que el reto le motiva. Que el trabajo en American Top Team, donde entrena a diario doble turno con los mejores, lo ha hecho más completo. Que este deporte es su vida, y su familia, su combustible. No busca cámaras. Busca victorias.
Tiene un estilo agresivo. Va al frente. No regala espacios. Le gusta definir con el mata león, su técnica favorita en el suelo. Y cuando se queda arriba, golpea con violencia quirúrgica.
A sus 35 años, está en su mejor momento. Ha ganado 11 de sus últimas 13 peleas. Y quiere más. No solo defender el cinturón. Quiere que se le reconozca como uno de los grandes. Como el campeón sólido que ha sido desde que tomó el trono. Este sábado no busca fama. Busca respeto.
Y lo hará como siempre: con los puños, con la técnica, y con esa mirada de quien sabe que vino desde abajo y no tiene intención de soltar lo que tanto le costó conseguir.
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