El Braehead Arena fue testigo de una noche intensa y de un combate que, más que decidir un campeón, confirmó el nivel de dos grandes plumas europeas. Cristóbal Lorente y Nathaniel Collins firmaron una pelea igualada, de ritmo cambiante, que terminó en empate tras doce asaltos y que mantuvo al público escocés en vilo hasta el último segundo.

El combate tenía doble aliciente: en juego estaba el título europeo del peso pluma de la EBU y una eliminatoria oficial del WBC, con la promesa de acercar al ganador a los grandes escenarios mundiales. Desde el inicio, Collins quiso marcar territorio. El escocés avanzó con decisión, lanzando combinaciones desde la media distancia y tratando de imponer su tempo. Lorente, más prudente, optó por moverse, medir la distancia y responder con inteligencia. Los primeros asaltos tuvieron un aire táctico, con Collins algo más activo y efectivo.

El duelo cambió de tono a partir del cuarto asalto. Lorente empezó a presionar y responder con autoridad, midiendo bien sus derechas y encontrando huecos en la guardia del local. Collins boxeó con frialdad en retroceso, utilizando su izquierda como arma principal, pero el español empezó a sentirse más cómodo. El sexto asalto marcó un punto de inflexión: Collins conectó una gran mano, Lorente pareció tocado, y sin embargo fue el campeón quien terminó dominando el intercambio.

A partir de ahí, la pelea se convirtió en una prueba de fondo. Collins recuperó aire en el séptimo, pero Lorente creció en confianza. En el noveno se plantaron en el centro del ring para una batalla abierta que encendió al público. El ritmo fue frenético, con ambos dispuestos a dejarlo todo por cada punto.

El tramo final tuvo a un Lorente más activo, lanzando ráfagas rápidas y buscando cerrar fuerte. Collins, más pausado, respondió con precisión, aunque su volumen de golpeo fue menor. El undécimo asalto dejó claro que el español había encontrado la distancia. El último round fue una auténtica guerra: tres minutos de puro desgaste y orgullo, con los dos peleadores sabiendo que cada golpe podía inclinar las tarjetas.

Cuando sonó la campana final, los dos se fundieron en un abrazo. La expectación se trasladó a los jueces: 115-113 Collins, 115-113 Lorente y 114-114. Empate justo, combate parejo y título retenido. Lorente (20-0-3, 8 KO) sigue siendo campeón de Europa, mientras Collins (17-0-1, 8 KO) mantiene su invicto y el derecho moral a pedir revancha.

Ambos coincidieron en la entrevista posterior: “La gente merece otra pelea como esta”. Y el público de Glasgow, que despidió la noche en pie, pareció estar de acuerdo. Porque más allá del resultado, Lorente y Collins demostraron que el boxeo europeo vive un gran momento, con dos estilos diferentes pero la misma hambre de gloria.

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