El primero fue una guerra. Una de esas que no se olvidan. El 30 de marzo de 2024, en Las Vegas, Sebastián Fundora y Tim Tszyu se enfrentaron por el título mundial WBO del superwélter. Y por sorpresa, también por el del WBC. Nadie lo vio venir. Nadie lo vio acabar así.
La pelea fue un caos hermoso. Tszyu, invicto, llegaba como campeón sólido. Fundora, alto como un poste, largo como una duda, había aceptado la pelea con apenas dos semanas de aviso. Era el tapado. El outsider. Pero terminó siendo el dueño de la noche.
En el segundo asalto, una herida abierta en la cabeza de Tszyu lo cambió todo. El corte fue brutal. La sangre no paró de brotar. Y sin visión en uno de sus ojos, el australiano luchó a ciegas durante diez asaltos. Fundora, paciente, eficaz, castigó desde la distancia. Ganó por decisión dividida. Y con ello, se llevó los cinturones.
Desde entonces, Tszyu no ha dejado de repetirlo: “No perdí contra un rival. Perdí contra la sangre.” Y esa frase ha resonado durante meses. No ha peleado desde entonces. Ha curado la herida, literal y simbólicamente. Esperó solo una cosa: la revancha.
Fundora, por su parte, también ha guardado silencio. No quiso pelear con nadie más. No quiso exponerse. Sabe que una victoria más sobre Tszyu confirmaría su reinado. Sabe que otra noche como aquella puede convertirlo en figura indiscutible del peso superwélter.
Este sábado 19 de julio, Fundora y Tszyu se vuelven a encontrar. Mismo escenario emocional, distinto contexto. Ahora, ambos saben a qué se enfrentan. Ya no hay espacio para excusas ni sorpresas. Solo para el boxeo puro.
El australiano quiere demostrar que, sin el corte, la historia habría sido otra. El estadounidense quiere probar que no fue casualidad, que su estilo largo, incómodo, dominante, tiene más fondo que forma.
Es una revancha, sí. Pero también una reconstrucción. De orgullo. De legado. De verdad. Porque la primera pelea dejó muchas preguntas. Y esta, en teoría, tiene que responderlas.
Cuando suban al ring, el pasado estará presente. La sangre en el rostro. La rabia contenida. El respeto ganado a golpes. Fundora con sus brazos interminables. Tszyu con su presión incansable. Los dos, con cuentas que saldar.
Y el mundo, esta vez, atento desde el primer campanazo. Porque el desenlace anterior fue tan imperfecto como inolvidable. Porque no se puede escribir un campeón sin terminar la historia.
Y porque el boxeo, a veces, también sabe de justicia.
No te pierdas ninguna de las Noticias de Boxeo en KO a la Carrera, la web de boxeo y MMA. Cada día toda la información de UFC en español y de las artes marciales mixtas en nuestra web. ¡Deja tus comentarios!