Gennadiy Golovkin pasó media vida en el cuadrilátero. Campeón mundial, referente técnico y figura admirada por su respeto dentro y fuera del ring. Ahora, a los 42 años, su pelea ya no será con los puños, sino con las urnas. El kazajo anunció su candidatura a la presidencia de World Boxing, el organismo que intenta asegurar la permanencia del boxeo en los Juegos Olímpicos.

“Me honra anunciar mi candidatura”, escribió en un mensaje publicado en redes sociales. “Trabajaré para garantizar el futuro olímpico del boxeo, restaurar la confianza global y asegurar que cada federación, entrenador y atleta tenga una oportunidad justa de crecer”.

Golovkin, retirado oficialmente desde 2023, sigue vinculado al deporte desde otro frente. Su anuncio coincide con su primera nominación al Salón Internacional de la Fama del Boxeo, donde podría ingresar en la clase de 2026.

El excampeón se enfrentará al griego Mariolis Charilaos en las elecciones programadas para el 23 de noviembre en Roma. El actual presidente, Boris van der Vorst, anunció hace semanas que no buscará un segundo mandato. Además del cargo principal, se renovarán la vicepresidencia y varios puestos en la Junta Ejecutiva.

Desde su creación en 2023, World Boxing agrupa a 88 federaciones nacionales con un propósito concreto: reconstruir la relación entre el boxeo y el Comité Olímpico Internacional. Tras la expulsión de la IBA por problemas de gobernanza, el nuevo organismo asumió la misión de recuperar la confianza perdida.

Golovkin quiere liderar ese proceso. En su mensaje insistió en la meta central de su programa: “Nuestra misión es clara: lograr el reconocimiento pleno del COI y confirmar el lugar del boxeo en Los Ángeles 2028, Brisbane 2032 y más allá”.

Para muchos, su candidatura representa algo más que un cambio de rol. Gennadiy Golovkin simboliza una forma de entender el boxeo basada en la disciplina, la honestidad y el respeto al adversario. Su figura, con tres cinturones mundiales y una trayectoria impecable, podría dar credibilidad a un organismo joven que necesita legitimidad.

Golovkin no solo fue un campeón; fue también un embajador silencioso del deporte. Su imagen, ahora al frente de una institución global, podría ayudar a tender puentes entre el boxeo profesional y el olímpico, dos mundos que durante años han vivido desconectados.

“Construyamos juntos el futuro del boxeo”, cerró el kazajo en su comunicado. La frase resume su visión: un deporte más limpio, con igualdad de oportunidades y con el peso suficiente para seguir siendo olímpico.

En Roma, el próximo 23 de noviembre, Golovkin volverá a competir. No por títulos ni cinturones, sino por el derecho a dirigir el rumbo de un deporte que lo vio nacer, crecer y trascender.

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