Jesse Rodríguez no habla. Solo boxea. Con elegancia. Con inteligencia. Con una madurez impropia para su edad. A sus 24 años, ya es campeón mundial en dos divisiones. Y parece no tener techo. Este sábado, vuelve al ring para defender su trono. Los cinturones WBC y WBO del peso supermosca están en juego. Su rival será el sudafricano Phumelela Cafu. Pero la sombra del “Puma” acecha.

El mundo del boxeo ya mira hacia noviembre. Allí, en Riad, Jesse peleará con Fernando Daniel “El Puma” Martínez en uno de los combates más esperados del año. Una unificación. Dos invictos. Dos estilos opuestos. Dos campeones de verdad. Pero todo eso depende de que el sábado no haya sorpresas. Porque Cafu no es un nombre de relumbrón, pero tiene hambre. Y el hambre, en boxeo, muerde fuerte.

Jesse Rodríguez viene de una familia de boxeo

Jesse nació en San Antonio, Texas, en una familia donde el boxeo no era opción, sino destino. Su hermano, Joshua Franco, también fue campeón mundial. Pero Jesse no quiso seguir su estela. Quiso trazar la suya. Debutó como profesional con apenas 17 años. En 2022, con 22, se convirtió en el campeón mundial más joven del momento, al conquistar el título WBC del peso supermosca tras vencer a Carlos Cuadras.

Desde entonces, no ha parado. Ha vencido a rivales de nivel como Srisaket Sor Rungvisai, Israel González o Sunny Edwards. Con cada victoria, ha dejado una marca: estilo fino, piernas ligeras, ángulos imposibles. Es zurdo, escurridizo y, cuando hace falta, feroz.

Pero lo que más sorprende es su carácter. Nunca pierde la calma. Nunca subestima. Nunca se desenfoca. Y eso, en noches como la del sábado, es clave. Porque Cafu, aunque desconocido para el gran público, llega con récord sólido y motivación de sobra. Quiere cambiar su vida. Y para eso, solo necesita una noche perfecta.

El riesgo de firmar una pelea antes de disputar la del sábado

Rodríguez lo sabe. Aunque ya tenga firmada la pelea del 22 de noviembre, no mira más allá del siguiente asalto. “No hay rival fácil cuando eres campeón”, repite. Y lo dice con razón. En el boxeo, el peligro aparece cuando se cree ausente.

El combate contra el “Puma” es la joya de la corona. Pero para que esa joya brille, primero hay que sobrevivir al presente. Este sábado, “Bam” defiende lo que ha construido. Su invicto. Su corona. Su credibilidad. Y aunque parezca un trámite, es justo ahí donde nacen las tragedias o se consolidan las leyendas.

La historia de Jesse Rodríguez aún está en sus primeros capítulos. Pero cada defensa, cada paso, cada noche sin error, lo acerca a la élite definitiva. Cafu es la última curva antes del gran destino. Y hay curvas que pueden cambiarlo todo.

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