Cuando en marzo pasado Lamont Roach y Gervonta Davis empataron en un combate lleno de polémica, el desenlace parecía claro: habría revancha. El episodio en el que Davis se arrodilló en el noveno asalto, que no fue contabilizado como caída por el árbitro Steve Willis, dejó una sensación amarga. Muchos creyeron que Roach había hecho lo suficiente para salir campeón.

La conversación se centró inmediatamente en un segundo enfrentamiento. Se llegó a hablar de Las Vegas y de una fecha en agosto. Pero las negociaciones se dilataron y los problemas legales de Davis enfriaron cualquier anuncio oficial. Aunque los cargos por violencia doméstica fueron retirados en Florida, la incertidumbre sobre su regreso se ha mantenido.

Roach, mientras tanto, ha decidido no esperar más. En declaraciones a BoxingScene Today fue claro: “La revancha no parece que vaya a suceder. No podemos quedarnos sentados. Si no estructuran algo, vamos a seguir adelante”. El estadounidense, frustrado, aseguró que recibe preguntas al medio sobre la revancha, pero ya no confía en que Davis acepte.

El boxeador reconoce que la balanza mediática no le favorece. “No somos la vaca lechera. No creo que quiera pelear conmigo, pero ya veremos”, apuntó. Su postura ahora es moverse en otra dirección y aprovechar las opciones que se abren en un peso ligero lleno de grandes nombres.

Un campeón entre dos divisiones

Roach no pelea desde noviembre de 2023, cuando derrotó a Héctor Luis García y conquistó el título superpluma de la WBA. En este tiempo, James “Jazza” Dickens se ha coronado como campeón interino, mientras Roach estudia su futuro. La posibilidad de regresar a las 130 libras parece lejana. “Me siento muy bien en 135, no tener que bajar esas cinco libras marca la diferencia”, confesó.

El estadounidense dejó abierta una puerta: volvería a las 130 libras solo si hubiera mucho dinero en juego o una pelea de gran perfil. Mientras tanto, insiste en que volverá al ring antes de que acabe el año, aunque sea en un combate de rodaje.

Un futuro con varios caminos

Su mánager, Garry Jonas, reveló que tanto la promotora PBC como el proyecto Riyadh Season están interesados en contar con Roach. Entre las opciones aparece un posible combate en la cartelera del Sebastian Fundora vs. Keith Thurman, prevista para el 25 de octubre en Las Vegas. También se habla de la participación del dominicano Luis Núñez en esa misma velada.

Pero el nombre que más ilusiona a Roach es el de Shakur Stevenson, actual campeón ligero del WBC. “El mejor combate para mí y para la división es contra Shakur. Hemos hablado y los dos queremos hacerlo”, contó. Stevenson, competitivo y sin miedo a los grandes retos, habría mostrado disposición.

El horizonte inmediato

Roach, sin embargo, descarta que ese combate llegue este mismo año. “Antes de que termine 2024 no. Si lo cerramos, será para 2025”, aclaró. Hasta entonces, busca mantenerse activo y demostrar que su nombre merece estar en la conversación grande del peso ligero.

La historia del empate con Davis sigue fresca, pero el futuro ya no pasa por esa revancha. Lamont Roach parece decidido a no vivir de lo que pudo haber sido y a construir, en su nueva categoría, una trayectoria que lo lleve a los nombres más importantes del boxeo.

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