Mari Romero volvió a demostrar coraje, pero no fue suficiente para salir con la mano en alto. Este sábado, la boxeadora española cayó por decisión mayoritaria en Roma ante la italiana Stephanie Silva, en una pelea cerrada, complicada y con muchas interrupciones. Las cartulinas oficiales reflejaron lo igualado del combate: 96-94, 96-94 y 95-95. Silva se llevó así el cinturón WBC Silver del peso supermosca.

El duelo fue intenso, trabado y muy físico. Hubo constantes agarrones, mucho cuerpo a cuerpo y escasos intercambios limpios. La pelea fue difícil de puntuar. En un escenario favorable a la local, la sensación fue que la localía inclinó las tarjetas. Mientras el speaker anunciaba los resultados, Mari Romero escuchaba cabizbaja, como si ya supiera lo que iba a venir.

La de Caravaca llegaba a Roma con la ilusión de acercarse a una nueva oportunidad mundialista. Romero, de 38 años, fue campeona de Europa y aspirante al título del mundo. Su carrera, marcada por el sacrificio y la constancia, ha estado siempre lejos de los focos y de los grandes contratos. Pese a ello, ha seguido abriéndose camino a base de trabajo, disciplina y fe en su boxeo.

Esta derrota es un golpe, pero no un final. La propia Mari ha expresado su deseo de seguir adelante. Quiere buscar cualquier vía para volver a pelear por un título mundial, aunque los apoyos económicos sean escasos y las oportunidades limitadas. Su motivación sigue intacta. No se rinde.

Romero es una de las grandes referentes del boxeo femenino español. Su nombre representa lucha y compromiso. El sábado, en Roma, cayó por poco. Y aunque el cinturón se quedó en Italia, su sueño sigue en pie. Mari Romero quiere más. Y no dejará de intentarlo.

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