Óscar Duarte ha dado el paso más importante de su carrera. Este sábado, en Chicago, derrotó por decisión mayoritaria a Kenneth Sims Jr. en una eliminatoria mundialista de la WBA. El triunfo no solo lo consolida como uno de los mejores boxeadores mexicanos del momento, sino que lo sitúa a un combate del sueño de todo peleador: ser campeón del mundo.

Detrás del éxito hay una historia de esfuerzo, constancia y puños callados. Una carrera sin atajos. Un camino que comenzó lejos del ruido de los focos.

Nacido en Parral, forjado en silencio

Óscar Duarte Jurado nació en Hidalgo del Parral, Chihuahua. Una ciudad minera, dura, acostumbrada al trabajo sin descanso. De ahí salió el joven que hoy, con 28 años, amenaza con irrumpir en la élite del boxeo superligero.

Desde pequeño mostró condiciones. Pegada. Disciplina. Un carácter serio que contrastaba con su apodo: “La Migraña”, por lo molesto que resulta para sus rivales.

Su estilo combina presión constante, buena técnica y potencia. En su récord figura un dato que habla por sí solo: de sus 30 victorias, 23 han sido por nocaut. No es un boxeador que espere. Ataca. Acorta distancia. Hace daño.

Duarte, una carrera en ascenso

Duarte debutó como profesional en 2013. Lo hizo de la mano de Cancun Boxing, promotora con la que aún colabora. Fue creciendo sin prisa, enfrentando rivales cada vez más exigentes. A lo largo de los años, ha peleado en México y en Estados Unidos, consolidando su nombre en las carteleras de Golden Boy Promotions.

Su primera derrota llegó en 2019, ante Adrian Estrella. Fue una decisión dividida que cortó una racha de 15 triunfos. Pero no lo frenó. Aprendió. Se reconstruyó.

Desde entonces, encadenó victorias que lo devolvieron al radar. En 2023 se midió con Ryan García, y aunque cayó por nocaut técnico en el octavo asalto, dejó una imagen valiente y competitiva.

Su victoria más reciente, este sábado 3 de agosto de 2025, ante Kenneth Sims Jr., representa un antes y un después. No fue fácil. Enfrentaba a un boxeador local, técnico y con experiencia. Pero Óscar impuso su ritmo, su presión y su físico durante los doce asaltos. Las tarjetas (115-113, 116-112 y 114-114) le dieron una victoria merecida.

Duarte: “Estoy listo para el título mundial”

Tras el combate, Duarte fue claro: “Estoy feliz, fue una guerra. Estoy listo para disputar el título mundial”.

Y no es una frase vacía. Con esta victoria, se convierte en aspirante oficial al cinturón WBA del superligero. Una división en la que nombres como Rolando Romero, Ohara Davies o Alberto Puello circulan cerca del trono.

Óscar está preparado. Lo ha demostrado sobre el ring. Y lo ha respaldado con años de trabajo silencioso. Sin escándalos. Sin atajos. Solo boxeo.

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