Regis Prograis camina por la cuerda floja. Ya no es el invicto temido. Ya no es el campeón invulnerable. Ahora es un boxeador que viene de perder dos veces seguidas, que pensó en colgar los guantes, pero que —contra todo pronóstico— ha decidido volver a intentarlo una vez más.

Este sábado, en una noche sin títulos pero con mucho en juego, se enfrentará a Joseph “JoJo” Díaz, otro ex campeón que busca redención. No hay cinturones en juego. Pero el futuro de ambos depende del resultado. Y Prograis, ese zurdo feroz con alma de poeta, aún no está listo para el adiós.

El guerrero de Nueva Orleans

Nació en 1989, en el corazón de Nueva Orleans, con sangre criolla y corazón callejero. El huracán Katrina lo obligó a dejar su ciudad, pero no su carácter. Se formó entre Texas y Luisiana, puliendo un estilo incómodo, escurridizo, zurdo, potente. Empezó tarde, pero aprendió rápido.

Como profesional, encadenó victoria tras victoria. Su explosión llegó en 2019, cuando ganó el torneo de la World Boxing Super Series en las 140 libras y se consagró campeón mundial. Pero en la final, frente a Josh Taylor, conoció la derrota. Fue una guerra. Perdió por poco. Pero el mito de lo invencible se quebró.

Desde entonces, su carrera ha sido de luces y sombras. Recuperó el cinturón WBC ante José Zepeda en 2022. Pero en diciembre de 2023, Teófimo López lo neutralizó por completo en una exhibición técnica. Luego, en abril de 2024, volvió a caer ante Jack Catterall, esta vez por decisión dividida. Dos derrotas seguidas. Dudas. Y la palabra “retiro” empezó a rondar su mente.

Prograis no es solo un boxeador. Es un lector empedernido. Escribe poemas. Escucha jazz. Tiene un aire introspectivo que lo distingue del resto. Siempre ha dicho que no peleará más allá de los 36 años. Y ya los ha cumplido.

Tras la derrota con Catterall, dijo en voz alta lo que muchos temían: que quizás era hora de parar. Pero algo le dolía más que las derrotas: irse sin una última pelea. Sin cerrar el círculo. Sin dejarlo todo de nuevo.

Por eso, aceptó el combate ante JoJo Díaz. Una pelea sin promesas, pero con mucho significado. Si gana, aún puede soñar. Si pierde, puede marcharse con la frente en alto. El boxeo le debe eso.

JoJo Díaz, otro que quiere volver

El rival no es cualquier nombre. Joseph Díaz fue campeón mundial en el peso superpluma. Tiene manos rápidas, buen mentón y experiencia. Pero también arrastra derrotas, polémicas y un paso irregular por los ligeros.

Ha tenido problemas fuera del ring. Subidas y bajadas. Pero como Prograis, aún cree que tiene algo que ofrecer. Esta pelea es también su oportunidad de regresar al foco, de recordar que sigue siendo competitivo.

Un combate con aroma a despedida

Prograis vs Díaz no es una pelea estelar de PPV. Pero tiene algo que muchos combates de campeonato no tienen: urgencia emocional. Dos veteranos que buscan sentido. Dos campeones que ya fueron. Dos hombres que no quieren terminar siendo olvidados.

En lo técnico, Prograis sigue siendo peligroso. Tiene pegada. Tiene movimiento. Pero ha perdido confianza. Y en su estilo, eso puede ser fatal. JoJo, más pequeño pero activo, puede aprovechar si el combate se alarga.

La clave estará en el ritmo. Si Prograis toma el centro del ring y encuentra sus ángulos, la victoria es suya. Si duda, si espera, Díaz puede arrebatarle lo que queda de esperanza.

Regis Prograis no quiere retirarse. No todavía. No así. Dice que todavía siente la chispa. Que aún le arden los nudillos. Que el boxeo le sigue hablando. Este sábado, en un combate sin coronas pero con alma, quiere demostrar que no todo está perdido.

Y aunque el mundo ya no lo vea como un futuro rey, él aún camina como quien lleva algo importante en los puños. Quizás no el cinturón. Pero sí el peso de su propia historia. Y eso, en noches como esta, vale más que cualquier título.

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