Hay heridas que el tiempo no cierra. Algunas, como las del rostro, se cosen. Otras, como las del orgullo, solo se curan en el ring. Por eso Oleksandr Usyk y Daniel Dubois se volverán a enfrentar este sábado en el imponente estadio de Wembley, en una de las grandes noches del año para el boxeo. Una revancha con todo en juego. Y, sobre todo, con una historia por reescribir.
La primera vez que se cruzaron fue en agosto de 2023. Usyk era campeón mundial unificado del peso pesado. Dubois, joven y fuerte, llegaba como retador. En el quinto asalto, un recto al cuerpo cambió el rumbo del combate. El ucraniano cayó al suelo. El árbitro señaló golpe bajo. El reloj se detuvo. El combate continuó. Usyk se recuperó y noqueó a Dubois en el noveno. Pero el debate nunca se apagó.
¿Fue legal ese golpe? ¿Hubo injusticia? Dubois y su equipo aún creen que sí. Que el puño estaba en la línea. Que el título debió cambiar de dueño. Que ese día se les escapó la gloria por una decisión arbitral. Para Usyk, fue un tropiezo dentro de la guerra. No lo ve como una mancha, sino como parte del camino.
Desde entonces, ambos han crecido. Y de qué manera. Usyk venció dos veces a Tyson Fury, primero en una guerra táctica, después en una contienda más cerrada. Con esas victorias, se convirtió en el primer campeón indiscutido del peso pesado en la era de los cuatro cinturones. Pero dejó uno por el camino: el título IBF, obligado a vacarlo para dar paso a esta revancha.
Dubois aprovechó. Se midió a Anthony Joshua en una noche que cambió su vida. Ganó por decisión dividida. Silenció dudas. Ganó respeto. Y se hizo con ese cinturón que había sido de Usyk. No por vía indirecta. Por mérito propio.
Ahora, todo se alinea. WBC, WBA, WBO e IBF. Cuatro letras. Un trono. Un solo rey. Y dos hombres dispuestos a dejarlo todo por reclamarlo.
La cita será en Wembley, con más de 80.000 almas y una cartelera de alto calibre. El combate tiene aroma a épica. A redención. A ajuste de cuentas. Porque Dubois ya no es el mismo. Ha madurado. Se ha endurecido. Y quiere demostrar que la primera vez no fue un error suyo, sino ajeno.
Y Usyk, ya en la cima, quiere cerrar esta historia. Sin dudas. Sin polémicas. Sin sangre sobre la frontera del reglamento.
Este sábado, el boxeo escribe otra página dorada. No es solo un combate por los títulos. Es un acto de justicia poética. Una segunda oportunidad para que el ring hable con claridad. Usyk, el artista del movimiento, el ajedrecista ucraniano. Dubois, la fuerza reeducada, el joven convertido en fiera serena.
Será uno de los combates del año. No solo por lo que hay en juego. Sino por lo que aún pesa en la memoria. Porque en el boxeo, la verdad rara vez llega a la primera. A veces, hace falta una segunda pelea para que el golpe, finalmente, caiga donde debe.
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