Iasmin Lucindo no recuerda una vida sin peleas. Empezó a entrenar a los siete años. A los catorce ya estaba debutando como profesional. Hoy, con solo 22, ya tiene un sitio en la UFC y se prepara para su reto más grande hasta ahora: Angela Hill, este sábado 9 de agosto en UFC Vegas 109.

Lucindo nació en Fortaleza, Brasil, en 2002. Su entorno fue humilde. Su familia, trabajadora. Pero desde pequeña mostró algo distinto. Intensidad. Furia. Ganas de sobresalir. Se enganchó a las artes marciales con la misma naturalidad con la que otros niños iban al fútbol.

Su primer combate profesional fue en 2017. Tenía apenas 14 años. Su rival, una mujer adulta. Perdió. Pero no se rindió. En lugar de frenar, aceleró su desarrollo. Peleó en circuitos locales, luego en promociones regionales de más nivel. En tres años acumuló experiencia que otras peleadoras consiguen en una década.

Llamada de UFC

En 2022, cuando apenas había cumplido los 20, le llegó la llamada de UFC. Fue como sustituta de emergencia en una cartelera en San Diego. Enfrentó a Yazmin Jauregui, en un combate de alto ritmo. Perdió por decisión, pero dejó una gran impresión.

Desde entonces, no ha parado de crecer. En su siguiente combate, dominó a Brogan Walker. Después, sometió con una llave de pierna a Polyana Viana en el primer asalto. Demostró que no solo era joven. También era peligrosa.

Lucindo no solo gana. Aprende rápido. Mejora en cada combate. Y empieza a perfilarse como una amenaza real en la división de peso paja.

El reto Hill

Su rival este sábado será Angela Hill, veterana con casi 20 combates en la compañía. Hill es todo experiencia, cardio y volumen. Pero Lucindo no se achica. Sabe que esta pelea puede cambiar su carrera.

Una victoria la catapultaría al top 15. Le daría visibilidad. Y confirmaría que el proyecto UFC con ella va en serio. Porque Lucindo no solo pelea bien. Tiene carisma, juventud y hambre.

La nueva cara del MMA brasileño

Brasil ha dado campeones y campeonas históricas en UFC. Pero necesita renovación. Nuevas caras. Nuevas voces. Iasmin Lucindo representa esa transición. Pelea con el corazón, pero también con cabeza. Se atreve con todo. No rehúye los retos. Y tiene tiempo por delante.

Este sábado vuelve al octágono con la misma determinación con la que empezó a los 14. Pero ahora, el mundo está mirando. Y Iasmin Lucindo está lista para dejar de ser promesa… y empezar a ser realidad.

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