A veces, la gloria llega demasiado pronto. O, al menos, antes de estar preparado para sostenerla. Eso fue lo que vivió Kai Asakura el pasado diciembre, cuando debutó en UFC enfrentando nada menos que al campeón del mundo, Alexandre Pantoja. Fue una presentación vertiginosa, directa al centro del huracán, sin tiempo para aclimatarse. Ahora, ocho meses después, el japonés regresa al octágono. Su segunda aparición será el 16 de agosto en UFC 319, frente al veterano Tim Elliott, en una noche que puede marcar el verdadero comienzo de su andadura en la élite mundial.
Asakura, nacido en la prefectura de Aichi, construyó su leyenda en Japón. En el circuito de Rizin Fighting Federation, fue dos veces campeón del peso gallo. Su estilo agresivo, técnico y eléctrico, le valió la adoración de los aficionados nipones y un lugar entre los nombres más populares del país. Su triunfo por nocaut sobre Kyoji Horiguchi en 2019 lo catapultó a la fama. Allí no solo demostró su poder de pegada, sino también su hambre. Esa misma hambre lo llevó a dar el salto a UFC, una empresa que pocos japoneses han conseguido conquistar.
Pero su llegada fue tan espectacular como arriesgada. En vez de una progresión gradual, Asakura debutó en UFC 310 por el título mundial del peso mosca, ante uno de los campeones más completos del roster. Pantoja lo sometió en el segundo asalto. La derrota fue limpia, pero no deshonrosa. Kai aceptó el reto más duro posible sin excusas. Lo pagó con una derrota, pero ganó respeto.
Ahora, frente a Tim Elliott, su panorama cambia. No hay cinturón en juego, pero sí una oportunidad de reconstruirse. Elliott, con más de una década en UFC y una hoja de servicios repleta de guerras, será una prueba exigente, aunque más manejable. A sus 37 años, el estadounidense sigue siendo un competidor incómodo, resistente, con ritmo alto y una grappling tan caótica como efectiva. Para Asakura, será clave imponer su distancia, mantener la pelea en pie y recuperar la confianza perdida tras su debut.
A sus 30 años, Kai Asakura no es un prospecto. Es un veterano curtido en mil batallas en Asia, pero aún inédito en el sistema de UFC. Este combate en el United Center de Chicago puede ser su verdadera presentación. Un triunfo convincente lo colocaría entre los nombres a seguir en el peso mosca. Una derrota podría estancarlo, obligándole a repensar su camino en un entorno mucho más competitivo que el que dejó en Rizin.
Asakura ha basado su carrera en los riesgos. Peleó en Rizin como si cada combate fuera su último. Afrontó su debut en UFC como un salto al vacío. Ahora, busca reencontrar su rumbo con los pies sobre la lona, sin flashes, sin cinturones. Solo él, un rival exigente y el deseo de demostrar que aún puede ser protagonista en la mayor promotora del mundo.
El 16 de agosto no será una noche cualquiera. Será la noche en la que sepamos si Kai Asakura puede rehacerse. Si el guerrero de Nagoya aún tiene gasolina para dejar su huella al otro lado del océano. Porque la historia no termina con una derrota. A veces, solo empieza ahí.
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