El United Center de Chicago fue testigo de la coronación de un depredador en el UFC 319. Khamzat Chimaev derrotó a Dricus Du Plessis por decisión unánime, con un triple 50-44, y se convirtió en el nuevo campeón del peso medio. La noche se tiñó con el rugido del Lobo.
Desde el inicio quedó claro el guion. Derribo inmediato, control absoluto y golpes cortos. Du Plessis, acostumbrado a imponerse con presión y agresividad, se vio reducido a la impotencia de quien no puede levantarse. El Lobo había marcado territorio desde la primera embestida.
El segundo y tercer asalto fueron una repetición del primero. Chimaev cerró la distancia, arrastró a Du Plessis al suelo y lo mantuvo atrapado como a una presa acorralada. El sudafricano se debatía en vano. Los abucheos del público reflejaban la falta de daño real, pero no podían negar la superioridad.
En el tercer round, el control se transformó en algo más. El checheno avanzó posiciones, conectó codazos y llegó a la montada. Un corte apareció en el rostro del campeón. Era la marca de la caza. Du Plessis se resistía, pero la fuerza de la lucha lo tenía completamente neutralizado.
Una última resistencia de Du Plessis
El cuarto round prolongó la agonía. Cada intento de ponerse en pie terminaba con otro derribo. Incluso cuando el árbitro decidió volver a colocarlos en pie, el guion no cambió. Chimaev volvía a arrastrar a su presa al suelo con facilidad.
Solo en el quinto asalto Du Plessis mostró un destello de esperanza. Conectó una patada, un par de golpes y hasta intentó una guillotina. Por un instante logró colocarse en la espalda de Chimaev. Fue un espejismo. El Lobo se revolvió, escapó y cerró el combate en su terreno.
La decisión fue unánime: triple 50-44. El cinturón cambió de manos. El sudafricano que había alcanzado la cima con esfuerzo veía cómo su reinado se desmoronaba ante la presión incesante de un depredador incansable.
Chimaev no necesitó un nocaut ni una sumisión espectacular. Su victoria se construyó con control, paciencia y superioridad técnica. No fue un espectáculo brillante, pero sí una lección de dominio. El Lobo había encontrado su guarida en Las Vegas.
El horizonte del nuevo campeón
La pregunta ahora es quién se atreverá a entrar en ese territorio. Imavov, número uno del ranking, y Caio Borralho pelearán en París a principios de septiembre. El ganador quedará muy bien situado. La nueva era también trae nuevos nombres. Anthony Hernández y Reiner de Ridder, que vienen con rachas de ocho y cinco triunfos consecutivos, respectivamente, también están en las quinielas.
Khamzat Chimaev salió de UFC 319 como el nuevo campeón del peso medio. Su estilo divide opiniones, pero sus resultados no admiten discusión. El Lobo se ha sentado en la cima, y mientras su lucha siga siendo un muro infranqueable, todos los demás no serán más que presas en su camino.
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