La noche de UFC 319 en Chicago fue distinta a todas. En el octágono, Khamzat Chimaev derribó una y otra vez a Dricus Du Plessis, lo inmovilizó, lo asfixió con su lucha y, sin necesidad de un golpe final, se convirtió en campeón del peso medio. Pero el verdadero significado está más allá del cinturón: el Lobo ingresó al exclusivo club de los campeones invictos de UFC.
En la historia de la compañía, apenas diez nombres han llegado a la cima sin una derrota en sus récords. En los hombres: Rashad Evans, Lyoto Machida, Cain Velásquez, Cody Garbrandt, Khabib Nurmagomedov, Israel Adesanya, Ilia Topuria y ahora Chimaev. En mujeres: Ronda Rousey y Joanna Jędrzejczyk. Diez entre centenares de campeones. Diez que lograron lo que parece imposible.
Ese linaje no es casual. Khabib es recordado como uno de los más grandes de todos los tiempos, retirado 29-0. Adesanya reinó con estilo en los medios. Cain Velásquez dejó huella en el pesado. Lyoto Machida y Rashad Evans representaron el relevo generacional en el semipesado. Rousey y Joanna fueron pioneras en sus divisiones. Topuria se ha convertido en símbolo de una nueva era para UFC en España y Europa.
La excepción es Cody Garbrandt. Su explosión fue tan rápida como su caída. Tras vencer a Dominick Cruz y alcanzar el título, encadenó derrotas y nunca volvió a lo más alto. El contraste con los demás es evidente: la mayoría se consolidaron como estrellas de UFC.
La confirmación de Dana White
Por eso, las palabras de Dana White tras UFC 319 no fueron una mera cortesía. “Chimaev ya es una estrella de la empresa”, dijo sin dudar. Era la certificación de que el triunfo ante Du Plessis no fue solo un cambio de campeón. Fue la coronación de una figura que UFC quiere situar en el escaparate principal.
Chimaev tiene las cualidades que la compañía busca en un icono: un invicto que inspira mística, un estilo de lucha que desespera a sus rivales, una personalidad que genera devoción y rechazo a partes iguales. El público ya lo reconoce como alguien distinto, y White lo refrendó oficialmente.
El futuro se abre con múltiples caminos. Nuevos nombres en la empresa como Imavov, Borralho, Anthony Hernandez o Reinier de Ridder podrían estar en su futuro cercano. Cualquiera de esos duelos supondrá una prueba de fuego para un campeón que llega con el aura del invicto.
Lo que ocurrió en UFC 319 no fue solo un triunfo. Fue una conexión con la historia. Chimaev se unió a un grupo de nombres que no solo ganaron, sino que marcaron una época. Con su récord intacto, con el cinturón en la cintura y con el aval público de Dana White, el Lobo ya no es solo un contendiente: es una estrella de UFC y, sobre todo, un miembro de un club que muy pocos pueden reclamar.
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