Malcolm Wellmaker noqueó a Kris Moutinho en menos de dos minutos el pasado 14 de junio en UFC Atlanta. Lo hizo con la naturalidad de quien ha repetido el mismo movimiento una y otra vez, no en una sala de musculación ni en un gimnasio de última generación, sino en el calor de un taller de soldadura. Porque hasta hace apenas dos meses, “The Machine” no era solo un luchador invicto; era también un trabajador manual, con mono azul, casco y guantes de seguridad.

Nacido en Augusta, Georgia, Wellmaker pasó casi una década levantándose de madrugada para cumplir jornadas completas como tubero en la unión local de pipefitters. Era un oficio aprendido desde joven. Su madre, siempre pragmática, le enseñó que antes de soñar hay que saber sostenerse. Y así lo hizo. Aprendió a medir, soldar, aguantar el calor. Entrenaba por las noches y peleaba los fines de semana en ligas regionales de MMA como NFC, iKON FC o Conflict MMA. Lo hacía en silencio, sin pretensiones, mientras su récord empezaba a crecer.

El punto de inflexión llegó en agosto de 2024. Wellmaker fue llamado a la Dana White’s Contender Series. Noqueó a Adam Bramhald y se ganó un contrato con UFC. La promesa era clara: si ganaba un bonus de 50.000 dólares, dejaría su trabajo para pelear a tiempo completo. En abril de 2025, esa promesa se cumplió. Tras tumbar a Cameron Saaiman con otro KO en el primer asalto, recibió el bono y anunció que dejaba la soldadura. “Hoy dejé mi empleo. Ahora soy peleador a tiempo completo”, escribió en redes sociales. No era una frase hecha. Era una liberación.

Malcolm Wellmaker
Malcolm Wellmaker

El pasado 14 de junio, esa elección se reafirmó. En UFC Atlanta, Wellmaker no dio opción a Moutinho. Un gancho seco, cronometrado, cerró el combate en apenas 1:59 del primer asalto. Fue su décima victoria profesional. Su récord permanece intacto: 10-0, con seis triunfos por KO, dos por sumisión y dos más por decisión. Su estilo es directo, agresivo, pero también técnico. Tiene potencia, pero también precisión. Es la combinación entre el instinto del luchador y la disciplina del obrero.

Más allá del octágono, su historia conecta con algo más profundo. Wellmaker no viene de una familia adinerada ni de un linaje deportivo. Su camino ha sido de esfuerzo acumulado. Soldador por necesidad, luchador por vocación. Cada victoria representa más que un ascenso en el ranking: es la validación de una vida entera sostenida sobre esfuerzo físico, confianza en uno mismo y capacidad de sacrificio.

Hoy, con 31 años, Malcolm Wellmaker ya no empuña herramientas de metal, sino sueños de grandeza. Ha dejado atrás la rutina industrial para forjarse un nuevo futuro bajo los focos. Y si su apodo es “The Machine”, no es solo por su estilo en el octágono. Lo es porque durante años trabajó como tal: sin descanso, sin atajos, sin excusas. Ahora, con los dos pies dentro de UFC, ha comenzado la verdadera construcción. La de su legado.

No te pierdas ninguna de las Noticias de Boxeo en KO a la Carrera, la web de boxeo y MMA. Cada día toda la información de UFC en español y de las artes marciales mixtas en nuestra web. ¡Deja tus comentarios!