En el universo del peso pesado, algunos nombres se pronuncian con respeto y otros con cautela. Frank Sánchez pertenece a esa segunda categoría. Cada vez que suena su nombre, se escuchan excusas, negociaciones que no llegan a firmarse y combates que se caen antes de tiempo. No por falta de atractivo, sino por exceso de riesgo.

Por eso su próximo combate tiene un valor especial. El cubano se medirá a Daniel Dubois en una eliminatoria final de la IBF para definir al próximo aspirante de Oleksandr Usyk, campeón indiscutido de los pesos pesados. Y lo hará después de que tres nombres de renombre —Moses Itauma, Richard Torrez Jr. y Efe Ajagba— declinaran la oferta.

Dubois (22-3, 21 KOs) ha decidido hacer lo que otros no: entrar en la zona de peligro. Lo hace tras un año complicado, marcado por su segunda derrota ante Usyk el pasado 19 de julio en Wembley, donde cayó por nocaut en el quinto asalto. Aquella noche, lejos de consolidar su madurez, mostró las mismas dudas de sus derrotas anteriores. Sin embargo, también dejó clara una cosa: sigue dispuesto a arriesgar.

El británico tiene motivos para ello. La pelea ofrece la posibilidad de volver a la órbita de Usyk y aspirar a una trilogía millonaria que podría asegurar su futuro deportivo y económico. Pero para llegar allí debe superar a un rival que ha sembrado respeto en cada aparición.

Frank Sánchez (25-1, 18 KOs) es un boxeador de técnica refinada, manos veloces y combinaciones precisas. Su derrota ante Agit Kabayel en 2024 fue un tropiezo condicionado por una lesión de rodilla, no una muestra de debilidad. Desde entonces, ha regresado con fuerza, como demostró en febrero al noquear en tres asaltos a Ramón Olivas Echeverría en México.

Pocos quieren compartir ring con él. Su estilo mezcla inteligencia defensiva y una agresividad medida que castiga los errores. En cambio, Dubois ha demostrado que no teme al riesgo, consciente de que otra derrota podría ser el final.

La historia se escribe en la línea del fuego. Sánchez, el hombre que nadie quiere enfrentar, y Dubois, el que no tiene nada que perder, se cruzan en una eliminatoria que promete tensión y drama. No es solo una pelea por el futuro del título de Usyk. Es una prueba de carácter. Un examen de valentía en el territorio donde solo sobreviven los que no saben retroceder.

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