Pat McCormack llegó al ring con la presión de ser la gran esperanza del noreste inglés. Y respondió con autoridad. El medallista olímpico impuso su ritmo ante Miguel Parra, castigando al mexicano con un trabajo paciente que desgastó hasta el límite. Al término del noveno asalto, la esquina de Parra dijo basta. El público celebró la victoria como algo propio: un hijo de la región dando un paso firme hacia la cima.
“Lo rompí poco a poco”, dijo McCormack en la entrevista sobre el ring. “Es el rival más duro que he enfrentado. Seguía avanzando pese a mis golpes. Pero yo me sentía más fuerte con cada round”. Ahora, su discurso ya apunta a títulos británicos y europeos, escalones necesarios antes de un desafío mundial.
La resurrección de Williamson
La otra gran historia de la noche la protagonizó Troy Williamson. Tras derrotas dolorosas y dudas sobre su futuro, volvió con una actuación que lo devuelve al primer plano. En el noveno asalto, en pleno intercambio feroz con Mark Dickinson, conectó una izquierda demoledora y una derecha de seguimiento que dejaron sin respuesta a su rival. El árbitro detuvo la contienda y el O2 estalló.
“Estoy de vuelta”, aseguró Williamson, visiblemente emocionado. “He pasado momentos difíciles, incluso con amigos que se alejaron. Pero esta noche lo he demostrado. No hay combates fáciles a este nivel y sé que estoy por encima de este título inglés”.
Una cartelera con futuro
La velada tuvo más nombres propios. Sandy Ryan volvió a casa con una victoria clara ante Jade Grierson. Leo Atang confirmó su poder en el peso pesado con un nocaut fulminante en el primer asalto. Cameron Vuong mostró templanza para vencer a los puntos a Reuquen Arce.
El debut de Bradley Casey, apenas un adolescente, dejó buenas sensaciones en el peso crucero. Adam Maca prolongó su racha invicta forzando la retirada de Francisco Rodríguez. Y Tiah-Mai Ayton cerró la noche con una demostración de pegada ante Lydie Bialic.
El Sunderland Live fue testigo de una velada que reflejó lo mejor del boxeo británico: talento emergente, rivalidades locales y público entregado. McCormack dio un paso decisivo hacia su sueño mundialista. Williamson recuperó la confianza perdida con una victoria que le devuelve al mapa. Y, sobre todo, la afición del noreste se fue a casa sabiendo que sus campeones tienen cuerda para rato.
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